Los pulmones de un fumador
Revisado y aprobado por: Teresa de la Cerda - Departamento Médico
¿Son conscientes los fumadores de los daños concretos que causa el tabaquismo en los pulmones? A menudo, los fumadores no tienen ni idea de qué tan comprometido se ve el sistema respiratorio.
Los primeros signos de daños adversos producidos por el humo del tabaco en los pulmones son la tos y la falta de aire, que con frecuencia son subestimados e insuficientes para convencer a un fumador empedernido de que deje de fumar.
Casi un cuarto de los españoles se considera fumador (fuma a diario), además se sabe que la mayor parte de los nuevos fumadores son jóvenes de entre 15 y 24 años.1 El tabaco causa muchas muertes cada año. Entre 2010 y 2014 murieron unas 51.870 personas en España por causas atribuibles al tabaco.
¿Cómo son los pulmones de los fumadores?
Renegridos, permanentemente inflamados y poco flexibles: así son los pulmones de una persona acostumbrada a fumar varios cigarrillos al día durante mucho tiempo. Su aspecto indica que la persona tiene un estado de salud precario, provocado por las miles de sustancias tóxicas liberadas por los cigarrillos.
Esenciales para el proceso de suministro de oxígeno a la sangre y los tejidos, los pulmones se encuentran fuertemente comprometidos cuando la persona es fumadora. El daño causado por años de adicción al tabaco se puede revertir solo parcialmente.
Hay dos tipos de consecuencias negativas del tabaco en los pulmones: inflamatorias, como la aparición de bronquitis crónica; y estructurales, como pérdida de elasticidad en los pulmones.
En el caso de la bronquitis, la inflamación inicialmente se manifiesta mediante tos y esputos. Cuando los síntomas se prolongan durante más de tres meses y se produce durante al menos dos años consecutivos, la bronquitis se considera crónica. La enfermedad aumenta el riesgo de sufrir infecciones respiratorias y perjudica el buen desempeño de las funciones pulmonares. Aunque es una enfermedad reversible, son necesarios 10 años de abstinencia total del tabaco para que los bronquios vuelvan a funcionar correctamente.
La segunda diferencia entre los pulmones de una persona no fumadora y los de una persona que ha fumado durante cierto tiempo es la capacidad para desempeñar sus funciones correctamente, es decir, la capacidad de expandirse durante la respiración. En resumen, los pulmones de un fumador tienen más dificultades para realizar su trabajo, en comparación con unos pulmones sanos. Esto genera que la persona se sofoque y respire de forma incorrecta, lo cual, inevitablemente, acaba por afectar negativamente al corazón.
La primera prueba que se debe realizar para evaluar un posible caso de bronquitis o enfisema es una simple espirometría. Una solución útil al problema es dejar de fumar, pero también pueden ser útiles los ejercicios respiratorios, una dieta rica en antioxidantes y actividad física moderada.
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